El sábado pasado por la mañana actuamos para los alumnos de ESO de
Escuelas Pías y el grupo de intercambio de Alemania. Los chicos alemanes terminaban su estancia en Zaragoza y, como despedida, tocamos y bailamos con ellos. Así, pudimos comprobar de nuevo que la música es un lenguaje para el que las fronteras y las diferentes culturas son insignificantes. Que el tiempo que dura una canción siempre sabe a poco, pero es suficiente para dejar una huella.